Abocados siempre
hacia un Destino incierto,
sosteniendo lágrimas propias y ajenas,
los hombres vamos cavando y enterrando
cuerpos de personas que con nuestra ayuda
podrían convivir y subsistir
como unos u otros,
sobrevivir en esta vida
cargada de guerras y conflictos
personales,
sociales
y culturales.
Santa Marta 18 octubre 2006
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