sábado, noviembre 20, 2010

A LA MUERTE DE UN FALLECIDO




No son campanas lo que escucho,
es tu son armonizado en acordes,
tu palabra síntona en semitono,
es tu fluir en mi sentir,
tú música descalza en mis sueños,
es tu rítmico compás melódico,
tu sombra, sí, tu sombra enmudecida,
rota ya de silencios, de arpegios
ya apagados, de tin tines somnolientos,
tu sombra hecha ya un cofre
lleno de ecos, de rutilantes voces
que ya retumban en tu tumba.
Ya no eres, y yo siempre he sido.

Para Pachín desde mi anonimato
Santa Marta de Tormes 20 de noviembre de 2010