Fue aquella noche infantil
de sueños amorosos
y el remordimiento del pecado,
los que te hicieron caer
en una voluptuosidad pecaminosa,
en una contínua contradicción
de ideas sensuales y religiosas,
mezclando lo sacro y lo profano,
sintiéndote arrebatada
por un entusiasmo erótico y religioso,
para caer en un deísmo campestre.
Magistral, Mesía, Quintanar,
triángulo místico, amatorio, sibarítico,
en el que no supiste ver
la grandeza complaciente de tu cordura
y fuíste presa de la servidumbre
de aprensiones y delirios incontrolados,
hasta el límite de divagar
en el deleite del placer
y en el secreto de los misterios divinos.
Salinas 1996
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