Hoy me encontraba solo,
mas una Luz que era sonrisa
me cogió de la mano
y me llevo a pasear por la ciudad.
Los perros ladraban mi culpa,
pero la Luz no se sonrojaba,
mas yo era un gladiolo en regocijo
y todos eran perros que ladraban.
Paseamos por la lluvia que nos unía.
Para Susi
Avilés, Asrurias, 1996
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